
Atrás queda el invierno y el cuerpo pide sol. Parque, plaza, jardín: cualquier rectángulo de luz sobre una mancha de pasto se convierte en una revindicación de primavera, aire libre y bienestar. Nada más sentir el tibio calor en la piel, para que el cuerpo pida además otra cosa, algo rico que llevarse a la boca. No en vano se inventó en algún momento del mundo la idea del picnic de estación.
Y si hablamos de picnic, el sándwich gana el centro de la imaginación. Una baguette crocante, una ciabatta esponjosa, un pan de campo con cáscara firme y miga blanda. Y entre medio alguna delicatesen: pastrón, salmón ahumado, pavita. Entonces llega el primer bocado, al sol, con el sabor delicado llenando la boca y la plena sensación de que por delante quedan los mejores días, el trecho final del año, con sus tardes largas y el broche de las vacaciones. Todo cabe en ese rectángulo de parque y en alguno de estos bocados, que recomendamos a continuación.
De pastrón, el clásico
Un bocado obligado si se visita Nueva York o si, llegado el caso de no poder ir, para no quedarse con las ganas. ¿Qué lleva? Pastrón en fetas delgadas en cantidad generosa –no menos de 150 grs. por sándwich- pan de centeno cortado de un dedo de ancho, pepinos agridulces y mostaza de Dijón con grano. Untar los panes con la mostaza, agregar los pepinos cortados en monedas, calentar el pastrón en horno unos minutos para después sumarlo al sándwich y envolverlo e papel para llevar. Por la acidez del sándwich, el maridaje perfecto es un Sauvignon Blanc, como Killka o Norton Roble.
De salmón ahumado
Soñar con tres fetas de salmón ahumando por sándwich y en una cucharada generosa de queso crema esparcida sobre una rebanada de pan blanco. Soñar en sumarle un poco de pimienta molida y unas gotas de aceite de oliva. Y por encima, soñar con unas hojas de rúcula limpias en las que distribuir el salmón y agregarle unos penachos de eneldo, taparlas con otra rebanada de pan y pinchar con un escarbadientes para que no se desarme. Eso es empezar bien la primavera. Ahora, nada más tenés que dejar de soñar y correr a comprar el salmón. En el camino, comprá también una botella de Chardonnay untuoso y fresco, como Álamos, Críos o Saurus.
De pavita y manzana
A priori suena raro, pero tenele fe a este sándwich. Hará que seas la envidia del picnic. Se necesita rebanadas de pan blanco y unas cinco fetas de pavita por cada uno que prepares. Cortá una manzana verde en láminas muy delgadas o rayarla de manera grosera. Integrar un queso crema con una pizca de curry para untar el pan, después agregar la manzana y por último la pavita. Ya está: envolvelo en un papel manteca para evitar que se derrame. Entre las mejores opciones de maridaje, apuntá a un rosado, como Goyenechea, Domaine Bousquet o Amalaya.
El vegetariano
Si la idea es sentirse liviano, este sándwich es ideal pero necesita un poco más de preparación. Cortar una berenjena en rodajas anchas como un dedo meñique y sumergirlas en agua con sal durante media hora, para después escurrir y secar. Cortar de la misma manera tomates redondos. En una plancha caliente, pincelar con un poco de aceite de oliva y grillar las berenjenas junto con los tomates de ambos lados durante unos minutos. Al dar vuelta los tomates, agregar una lámina de queso muzzarella y una pizca de orégano. Cortar unas rebanadas de pan de salvado más bien grueso, distribuir unas hojas de rúcula con un toque de aceite de oliva y sal en uno de los panes, sumar primero las berenjenas, después el tomate y el queso. Tapar y cruzar un escarbadientes para que no se desarme. Este sándwich pide un sabor floral como el de un buen Torrontés. Ideales son Cafayate, Terrazas y Callia Reserve.
Emiliano Rodríguez Egaña