
Existe la fantasía publicitaria de que el vino sólo acompaña comidas sofisticadas. Error: no es nada más que eso, una fantasía publicitaria. La gente de a pie, la que se junta a armar un partidito el domingo con la expectativa de calentar del superclásico por la noche, la que arma una picada y la que pide empanadas por teléfono para no tener el estómago vacío frente a la pantalla, toma vinos reales, comprables, lejos de la imaginación de un publicista.
Conscientes de eso, y de que este domingo muchos estarán reunidos y picoteando de una mesa ratona, sufriendo sed y ansiedad, e iluminados por el destello de la TV y aturdidos por los gritos de un estadio lejano, es que recomendamos un dream team de vinos reales para darse un gusto entre la exaltación y la amargura de un superclásico.
Pizza. Es un clásico de clásicos, pasarte un domingo frente a la tele viendo el partido con amigos y pedir unas muzas al delivery del barrio. Sabés que llegan entre tibias y derramadas y con la masa algo húmedas. Para que no falle, prendé el horno cuando las pedís y ni bien llegan le das un golpe de calor. Contra todo lo que dicta la moda, lo mejor para una pizza es un vino ligero –jamás un cerveza- porque su frescura relaja la boca y la llena de sabor. Y no hace falta gastar plata para esto. Basta con probar con Norton Tempranillo (2012, $35), bien frutal, o con Finca La Escondida Roble Cabernet Franc (2012, $52).
Picada. Cada uno de los que se sienten frente al televisor en la previa trae un ingrediente: a uno le toca el salame picado grueso y la bondiola, a otro el queso fymbo y el sardo, y al que sea más gourmet le encargan algún queso raro, como brie o camembert, mientras que al menos colgado el pan, que siempre queda vacante y es clave. Así, mientras están todos estáticos viendo una jugada riesgosa, o en el entretiempo, alguno con hambre empieza a preparar las cosas. Para cuando sale la picada, lo único que resta hacer es poner una botella de vino en la mesa. Perfectos para un plan así son Honores Bonarda (2010, $58) o bien Latitud 33 Cabernet Sauvignon (2012, $49). Ambos se consiguen sin drama en el súper.
Empanadas surtidas. Otro clásico del domingo es levantar el teléfono y pedir una docena surtida de empanadas: es la salida más fácil para un grupo de fanáticos que no pueden despegarse del televisor. Es más, habrá trifulca sobre quién llama y quien baja para recibirlas. Cualquiera sea el caso, las empanadas de carne –picantes, cortadas a cuchillo, suaves, souflé o al horno- son inmejorables con un tinto ligero como Los Árboles Malbec (2012, 35); y el resto de las empanadas también se pueden acompañar bien con el rico y accesible Casa La Primavera Bonarda (2013, $44). Eso sí, conviene no pedir muchos gustos porque después nadie sabe qué significan esos raros repulgues y troquelados en la masa.
Snacks varios. Hay mucha gente que no quiere comer mientras mira un partido porque se distrae. Denle maní salado, sin embargo, y tendremos a un adicto en plena combustión de ansiedad. Idem con una bolsa de twistos, una de papas lays, palitos salados y aceitunas con oliva. Una forma de aplacar esa ansiedad, y de mejorar esta experiencia chatarra, es beber un buen vino blanco. Dos ejemplos ideales son: el accesibles Callia Magna Terroir Selection Chardonnay (2012, $55) y el muy refrescante Saurus Chardonnay (2012, $51); más border pero cumplidor, Santa Ana Torrontés (s/c, $24).
Calentitos los panchos. Si cuando salís de noche o volvés de la cancha un finde te pedís un panchito para salvarte del hambre, es posible en la previa y en la post del partido poner una olla y hacer un par de panchos ricos. Nada más precisás comprar buenas salchichas –ahumadas, húngaras o alemanas- y tener una buena mostaza y un mejor pan de Viena. El resto, son 5 minutos de dedicación, que rinde mucho con una botella de vino. Ejemplos ricos y accesibles, son y Novecento Syrah (2012, $34) y, mejor incluso, un blanco como Goyenechea Chardonnay (2012, $40)
A los Postres. Cierto es que, más allá de lo que se haya comido o picado durante el partido, cuando suena el pitido final habrá contentos y descontentos por igual. Será, seguro, un momento indicado para descorchar un buen espumoso, siguiendo el buen consejo burbujeante de Napoleón: “en la victoria uno merece el champagne y en la derrota lo necesita”. Cualquiera sea el caso, tener en la heladera una o dos botellas de Bianchi Extra Brut ($ 78), Mumm Cuvée Réserve Brut Rosé ($74) o el más económico puede ponerle un cierre perfecto a un encuentro de amigos a la hora de los postres.
Joaquín Hidalgo