Preservativo para vinos

Crean un “preservativo” para tapar botellas de vino abiertas

El flamante invento se llama  “Wine Condom” y viene a sumarse a los ya existentes y más sofisticados métodos de sellado y conservación. ¿Cómo asegurarnos que un vino esté bien al día siguiente?

Notas de vinos, Vinos

Alguien tenía que atreverse a establecer la obvia asociación entre el cuello de la botella y el preservativo de látex e inventar de una vez el “Wine Condom”. Y ese alguien es un tejano sin barba, rubio y con cara de haber tenido acné hasta ayer nomás, pero muy pillo, llamado Mitchell Strahan, quien acaba de crear un preservativo de látex para retapar esa botella que el bebedor de vinos no terminó de ajusticiar.
La idea, según trascendió a la prensa, se le ocurrió a este joven cuando descubrió que su madre usaba un film de cocina, que luego aseguraba con una banda elástica ajustándola al pico, para tapar botellas que no terminaba y así guardarlas en posición horizontal dentro de la heladera. Straham, claro está, tiene una mayor conciencia de la responsabilidad que implica una pérdida (al menos en términos sexuales) y, quizás por experiencia propia, pensó que ese tipo de seguro no serviría para evitar derrames. E ideó, no sin la apoyatura de una mente lúbrica y veinteañera, el “Wine Condom” por el que ahora pide dinero en la plataforma Kickstarter.com para iniciar una compañía. Ahí, en el sitio de crowdfounding, se puede ver el video en el que este joven muestra cómo funciona el invento y cómo, de paso, se le ocurrió la idea.

Claro que no es la única invención que existe para este fin, aunque sí, hay que decirlo, es la más acalora y probablemente divertida. Pero desde que la botella es el recipiente para el vino el bebedor se topa con el eterno problema del recipiente medio vacío (o medio lleno, según lo mire). A continuación, pasamos revista a algunas técnicas más para resolver este eterno problema. Son:
Vacu Vin Wine Saver: este invento revolucionó el consumo de vinos en la década de 1980 cuando, al sacar al mercado la primera patente de este simple sistema, le permitió al amante del vino por primera vez en la historia conservar una botella sin temor a que se echase a perder después de abierta. Vacu Vin funciona con base a unos tapones de silicona. Cada tapón tiene una ranura en un extremo por la que, empleando una bomba idéntica a un inflador –pero invertida- se le extrae el aire a la botella y así se evita que el oxígeno remanente acelere la decrepitud del vino. Como el sistema funciona al generar una depresión interna en la botella, tampoco pierde si se las acuesta. Con todo, en verano hay que conservarlas en la heladera. Muchas veces imitado pero nunca igualado, a la hora de comprar un tapón para reutilizar botellas no hay como Vacu Vin. La bomba extractora y los tapones se compran en internet por 12,5 dólares.
Coravin. El último grito de la moda a la hora de evitar que una botella no terminada se eche a perder se llama Coravin. Lanzado al mercado en 2013, este producto high tech se propone más como un dosificador de botellas caras que como un salvador de vinitos abiertos. Porque funciona igual que una jeringa, cuya delgada aguja atraviesa el corcho de la botella y extrae una dosis de vino, al tiempo que rellena la merma con un gas inerte para evitar que se cuele oxígeno en su interior. Como la aguja es muy fina, el rocho retoma su elasticidad y no pierde. Y así, un bebedor puede dosificar botellas viejas, únicas o caras, bebiendo de una copa por vez. Es muy vistoso su empleo, casi aparatoso, diríamos, pero por sobre todas las cosas es eficiente y caro: el inyector cuesta 299 dólares (se compra aquí) y las cápsulas de gas, como con los cartuchos de impresión, son el verdadero costo de esta tecnología, ya que ascienden a 11 dólares la unidad y rinde unas diez copas.
Corcho escote en “v”. No hay como el método criollo, sencillo e igual de eficaz que un preservativo, llegado caso, para conservar una buena botella de vino. Se trata de tomar el mismo corcho que se retiró de la botella –mejor aún si es sintético, ya que rara vez vuelven a cruzar el cuello de vidrio- y practicarle  un corte en “v” en alguna de sus caras planas. De forma que esa cuña faltante permita apretarlo y volver a introducirlo sin problemas. Para potenciar el efecto de cuidado, no hay nada mejor que depositar el vino –sea tinto, blanco o rosado- en la heladera, donde podrá dormir su sueño helado unos cuatro a cinco días sin sufrir grandes desviaciones. La ventaja, es gratis. La desventaja, hay que tener mucho cuidado con el corte practicado, ya que resulta muy fácil lastimarse si no se está atento.
Joaquín Hidalgo

Autor

  • Joaquín Hidalgo

    Es periodista y enólogo y escribe como cata: busca curiosidades, experimenta con formatos y habla sin rodeos de lo que le gusta y lo que no. Lleva más de veinte años en esto. Lo leen en Vinómanos (plataforma que fundó en 2013) o bien en medios nacionales, como La Nación y La Mañana de Neuquén. Desde 2019 es el crítico para Sudamérica de Vinous.com (EE.UU.).

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