¿Cocinar es una de las formas de manifestar amor? Sí. También nos encuentra y nos pone a todos -duchos e improvisados, grandes y chicos- la misma camiseta. A esas conclusiones llega el libro “Hay equipo: ¡A cocinar!”, pero en su primera página.
Imaginen lo que viene después: un volumen interactivo que invita a conocer los productos típicos de cada provincia, a preparar comidas dulces y saladas, a volcar en esas páginas los descubrimientos, a jugar con múltiples disparadores y a darse cuenta de que entre ollas y sartenes podemos hacer algo para alguien.
Con un mapa de la Argentina como hoja de ruta, el libro Hay equipo: ¡A cocinar! recorre la geografía nacional y destaca dos alimentos en cada provincia. Cuenta sus historias, sus características, sus curiosidades y de qué modo pueden servir como ingredientes de platos simples y ricos.
Ilustrado con acuarelas y fotos intervenidas, tiene, además, un valor extra porque el 10% de lo recaudado por su venta se destina a insumos para chicos internados en hospitales pediátricos.
Pero primero calentamos el horno con la prehistoria del libro.
Hay equipo a cocinar
“A principios de año lancé la editorial Área de picnic con la idea de hacer una bitácora infantil, un libro de viaje que sea muy entretenido y acompañe a los chicos en los preparativos del recorrido, mientras pasean y sobre todo al volver, para que la experiencia incorpore lo vivido como aprendizaje. El desafío –cuenta Sole Aguado, periodista y editora– era crear un producto muy lúdico que a su vez registrara las emociones”.
Parte de ese proyecto era una sección de recetas tipo picnic, que no demandaran frío justamente para poder acompañar viajes. Por eso se reunió con la cocinera que iba a ser autora de las comidas.
“Pero cuando estábamos por empezar sobrevino la pandemia, y perdió sentido un libro centrado en algo que no se iba a poder hacer (viajar). Por eso –revela– pensé en desarrollar más el otro costado, el culinario, sin perder el foco de hacer algo tanto para chicos como para grandes”.
Sole se entrevistó con expertos del INTA para aprender sobre cultivos regionales y se puso a investigar qué había en el mercado, para diferenciarse. “En materia de chicos y cocina encontré muchos libros de princesas que preparan bombones, volúmenes para adultos que tienen recetas de platos infantiles o ejemplares acerca de cómo preparar comidas para bebés. Pero yo quería algo multigeneracional porque un chico o una nena pueden cocinar con sus papás o mamás, pero también con un tío, una abuela, una amiga de la familia o un hermano más grande”, explica.
La editora también buscaba que fuera participativo, que tuviera juegos e información como para saber de dónde vienen los melones o las truchas y que resultara unisex. “Por eso me preocupé por encontrar una estética de tapa e interior donde no hubiera ni cocineras ni chef varones. Lo que me importaba –asegura– era que se invitara a un rato de encuentro”.
Ponemos la fuente a cocinar fuego medio.
El libro se va horneando
La propuesta de Hay equipo: ¡A cocinar! tiene tres pilares: Sole, Loli y Juli. Sole (@areadepicnic) es mamá de Julieta, Olivia y Antonia. Loli Palazzo (@lolipalazzo) es master en Animación 2D y conoció el mundo de la pastelería con un reto que le propuso su marido: cocinar el mejor alfajor de maicena del mundo. Después de capacitarse creó Tan Rico Patisserie, desde donde idea sabores para otras marcas.
En su escuela de mini chefs dicta clases de cocina para chicos, y una de sus alumnas es Julieta Leonetti Aguado (@lascookiesdeJuli). Ella quiere ser chef, tener un food truck y recorrer el mundo para aprender de sus sabores.
“Juli es una de mis tres hijas. Ahora tiene 12 años y hace dos fue diagnosticada con una enfermedad que superó tras 8 meses de quimioterapia. En nuestros largos días en el hospital de Pediatría de Del Viso vimos que muchos chicos no podían acceder a un montón de cosas, por ejemplo, las cremas anestésicas que alivian los dolores de los pinchazos y son importadas. A Juli se le ocurrió hacer galletitas caseras para vender y juntar recursos con los que cubrir esa donación”, recuerda Sole.
En la Navidad de 2018, la cocinerita vendió 120 docenas de cookies. “Con esa plata pudimos comprar telas para hacer bandanas para entregar a los chicos que perdían el pelo por la quimioterapia, traer cremas desde el exterior, comprar juegos lavables, de encastre, pinceles… Pero –sostiene Sole– sabíamos que había más necesidades así que empezamos a donar a salas de niños de hospitales como el Erill de Escobar, el Elizalde de CABA y el de Paraná, Entre Ríos”.
El cocinar las galletitas era un feedback de energía, porque además de que servían para juntar fondos ayudaban a que en cada vuelta a casa la familia entera cambiara el olor del hospital por el aroma de las cookies caseras. Y además acrecentó el amor de Juli por la cocina: empezó a tomar clases, a hacer budines, pepas, otras cosas.
“Ahora en el Hospital Sor María Ludovica de La Plata nos dijeron que precisaban 15 juegos de sábanas, uno para cada cama de la sala. Y con las primeras ventas del libro ya los pudimos comprar, porque un 10% del precio de tapa tiene ese fin. Y seguimos ofreciendo las galletitas de Juli, claro. Porque –se esperanza la editora– queremos donar acolchados y materiales lúdicos”.
Apagamos el horno y dejamos enfriar nuestra preparación.
Proyectos
Sole se encargó de la redacción y edición del libro, mientras que las responsables de las comidas son Loli y Juli. Las 170 páginas que crearon en conjunto contienen 46 recetas originales, con espacio libre para que cada equipo registre sus emociones y preferencias.
“Elegimos mostrar a la cocina como un espacio ilimitado para viajar con los sentidos, para aprender y pasarlo bien. Como un punto de encuentro sin edad específica. La pandemia no solo nos hizo recuperar el espacio de la cocina como corazón de la casa y la actividad de cocinar sino que generó la necesidad de viajar sin movernos”, aseguran.
El libro ofrece juegos relacionados con los ingredientes. Por ejemplo, propone usar las cáscaras de nueces para ese antiguo entretenimiento de feria en el que hay que descubrir dónde está la bolita de papel. O imaginar que es cierta esa leyenda acerca de que en el interior de los hongos viven duendes, y hacer entonces un dibujo de cómo es esa casita. También sugiere catas de aceitunas para detectar verdes, negras y rellenas; completar listas, pintar elementos y mucho más.
Para comprar el libro, se puede mandar mensaje por Instagram y Facebook a @areadepicnic; escribir por Instagram y la tienda online de @tanricopatisserie; o dirigirse al Instagram de @lascookiesdejuli. También está disponible en librerías y comercios relacionados con el mundo de la cocina.
“Hay equipo ¡A cocinar!” es el primero de los libros que lanza la editorial. Lo seguirán bitácoras para distintas edades, manteles lúdicos de picnic, juegos de mesa y una colección de cuentos viajeros por la naturaleza argentina.
Finalmente, nos sentamos a compartir y disfrutar.