Nos tapó el agua: 3 bares para beber buenos cócteles por menos de $300

Acaba de cumplir dos años, pero Faraday ya es un clásico cuando se trata de beber y comer bien a precios que dejan contento al Leer Más >>

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Acaba de cumplir dos años, pero Faraday ya es un clásico cuando se trata de beber y comer bien a precios que dejan contento al bolsillo.
En su generosa carta de 32 cócteles –entre versiones de autor y clásicos– uno solo supera los $300, el Sazerac ($310), dado que lleva cognac, uno de los destilados que, junto al whisky, más incrementa los costos.
Los cócteles de autor arrancan en $195 y ya tienen algunos que son viejos conocidos para los amigos de la casa, como el Herbie (gin Tanqueray, tónica, lima y almíbar de eneldo, $200) o la reversión del Bloody Mary, el Bloody Faraday (vodka Smirnoff con jalapeño, bourbon, jugo de tomate, Tabasco, especias y Johnnie Walker Double Black).
Entre los clásicos, todos los que son directos (aquellos que se preparan directamente en el vaso o la copa, como el gin tonic o el Aperol Spritz) cuestan $170 y las caipis, un imperdible para los que prefieren no arriesgar y quedarse con sabores conocidos, entre $175 y $190.
Otro fuerte de Faraday es la cocina. Acá un abstemio podría entrar solo por el hecho de comer. A los platos icónicos del lugar, creados por la chef Julieta Oriolo, se acaban de sumar incorporaciones como el hummus con pan pita ($150) y las empanadas fritas de masa de harina de arroz rellenas con cerdo estofado ($150), entre otras opciones. Para algo más potente, las mila de carré de cerdo marinado con puré papas ($325).
Los precios razonables son parte de la filosofía del lugar, “como cliente no me gusta pagar de más, por eso la búsqueda fue siempre ofrecer calidad a precios razonables. Particularmente que me sirvan un trago en un globo aerostático me parece cualquiera, así que nos mantuvimos en la parte más básica en cristalería, vajilla y garnish”, cuenta Hernán Calliari, bartender y uno de los dueños del lugar.

“Nuestro bar no es escenográfico ni de utilería”, aclara. Así Faraday logra cumplir una promesa que hacen todos los bares, la de beber bien y respetar al cliente a la hora de cobrarle; lo que parece básico, pero no es poco.
@faradayba

MITO MERCATO
Si en un multiple choice hubiera que responder, “¿existe en la Ciudad de Buenos Aires un lugar para entregarse al placer de un buen trago por solo $100?”, el no rotundo se llevaría la mayoría de los votos; sin embargo, hay uno que cumple con la apuesta de los optimistas: Mito Mercato.
En el barra de los bartenders Ani Varela y Maxi Salomón se puede disfrutar de aperitivos como el Americano (Campari, Cinzano Rosso, soda), el Mito (Campari y Cinzano Rosso) o el Campari Tonic (agua tónica y Campari) a $100 entre las 20 y las 22. Fuera de ese horario, o los sábados, los precios rondan los $200.
Además, ofrecen una selección de cócteles clásicos reversionados que no superan los $270; algunos ejemplos: Mmm Sacrilegioso, que reinterpreta al Bloody Mary y lleva vodka, jugo de limón, salsa inglesa, tajín tomarindo, cerveza lager y mejillones ahumados ($270) o el Johnnie from the block, parecido a un Manhattan, con Johnnie Walker Black Label, Cinzano Rosso, Cynar y tintura Blume Café, $260.
A la hora de comer, se imponen los quesos, las conservas y los fiambres, todos provenientes de pequeños y medianos productores. Se pueden pedir en porciones individuales o en combos degustación para dos y cuatro personas. El que es para compartir con alguien, por ejemplo, cuesta $650 y trae mortadela con pistachos, bondiola, salamín tandilense, queso sardo, camembert La Suerte, ragusano, aceitunas verdes, berenjenas en escabeche y tomates hidratados en oliva.
Además, hay empanadas ($120), papas bravas con alioli ($200), hummus acompañado de pan de “Salvaje Bakery” ($200) y ensaladas, entre otras opciones.
Muy luminoso, con detalles en madera, una gran mesa de mármol y azulejos negros tras la barra, Mito es un lugar para grandes encuentros y a precios chicos.
@mitomercato

ENERO COSTANERA
La propuesta gastronómica de la costanera se renovó con la llegada de Enero, el nuevo restaurant y bar de Quique Yafuso, chef hacedor de hits como Tintorería Yafuso, Haiku y El Quinto, entre otros.
Los 500 metros cuadrados del local, permiten que haya dos lugares bien delimitados: Aguaviva, el bar, que está al aire libre y funciona desde las 18, y el restaurant, que se descubre una vez que se abre la puerta. Este último, sin embargo, también tiene una barra imponente desde donde salen cócteles de los de siempre y de autor.
Si la idea es ir solo a beber, el lugar indicado es Aguaviva; además de ofrecer buena coctelería a precios “bolsillo friendly”, este bar tiene todo el encanto de los espacios al aire libre con el plus de estar frente al río.
La propuesta, diseñada por el reconocido Sebastián Atienza, se basa en tragos frescos y fáciles de tomar, “queremos que la gente venga y se sienta de vacaciones; usamos mucho ingrediente local y de temporada para hacer clásicos playeros reversionados”, cuenta Nicolás Lamborizzio, jefe de Barra, quien también participó en el armado de la carta.
Los cócteles de autor, van de los $250 a los $300; y la selección de clásicos, entre $200 y $300; entre ellos se pueden encontrar algunos nombres que llevan el sello de la tradición, aunque no el de la popularidad. Un buen ejemplo es el Queen’s park swizzle (ron Havana Añejo Especial, menta, almíbar, lima y bitter Angostura, $280). Claro que no todo es cítrico y refrescante, también hay dos opciones para los que prefieren el bando opuesto: Negroni Sbagliato y Old Fashioned.

Y como ir en grupo es un buen plan, proponen cambiar la tradicional jarra que calma la “sed” de multitudes por el servicio de “Bottle Service”, es decir, que se pueden pedir botellas de diferentes whiskys, espumantes y gins y combinarlos con Red Bull o mixers.
Aguaviva es súper espacioso y cuenta con camastros –armados tipo livings–, mesas altas y otras convencionales, pero también es un lugar para beber parado, sobre todo los jueves y viernes cuando los DJs tocan en vivo y se ofrece el combo completo: cócteles, comida y la posibilidad de mover un poco los piecitos.
Nota al pie, vale la pena ir con hambre para disfrutar también de la cocina: el 90% de los platos pasa por el horno de barro y el abanico va desde las pizzas hasta la carne.
@enerocostanera

 

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