El sábado pasado el gobierno de Chubut presentó una ley en la que pretende convertir a la provincia del sur en una provincia vitícola. Además, en el mismo acto, lanzaron una tecnicatura de enología a desarrollarse en la ciudad de Esquel. Dos elementos que consolidan lo que hasta hoy es la frontera austral del vino en Argentina.
Los alcances de ambos anuncios, como en todos los anuncios gubernamentales, estarán por verse. Lo importante en todo caso es que comienza a cobrar nueva entidad dos cosas: una voluntad de desarrollo que hasta ahora estuvo en manos de pequeños productores, por un lado, y, por otro, la posibilidad de conseguir una formación técnica en el sur.
Un poco como debió haber sido la famosa Quinta Agronómica en el siglo XIX para Mendoza, es dable pensar que en la medida en que aparezcan nuevos técnicos en la región emerjan también nuevos viñedos y vinos. Y así, lo que hasta hoy eran una serie de lunares vitícolas en el extenso territorio de Chubut, pueda cobrar nueva forma y extensión, con otros modelos de vinos. Pero eso es futuro.
No es un hecho aislado. La movida de Chubut no está sola. En el otro extremo de la Argentina, en Humahuaca, un puñado de productores de vino también trabajan sobre las mismas bases y con el apoyo del gobierno provincial. La idea es llevar el vino de la Quebrada, reconocida ya como una Indicación Geográfica, hacia nuevos horizontes.
¿Cuáles?
Los mismos que se buscan en Chubut: producciones más sustentables que hagan de las zonas frías un nuevo lugar. Claro que en el norte el foco está puesto en la elaboración de vinos extremos, donde el sol de la altura compite con el frío de la puna. En el sur, en cambio, el asunto está en poder compensar las largas horas de sol del verano, con los vientos extremos y el frío prematuro y tardío de la estepa.
Hay, sin embargo, un tercer vector de desarrollo en nuestro país, que empieza a cobrar nueva relevancia: la costa atlántica. Desde Chapadmalal en la Provincia de Buenos Aires a San Javier en Río Negro, una serie de nuevos viñedos en desarrollo de los que ya incluso hay marcas comerciales en el mercado. En el caso costero, el truco está en buscar la moderación del mar, su humedad, para conseguir elaborar vinos diametralmente opuestos a los que hasta ahora se elaboran en los desiertos continentales del oeste.
Entre estos nuevos terruños, a los que se les puede sumar Córdoba y La Pampa en un plan más continental, el vino argentino hoy explora nuevas áreas de desarrollo. Con todo lo que eso representa: inversiones costosas en el tiempo, asentamientos especializados en mano de obra y al mismo tiempo la formación de polos de conocimiento y consumo. Porque como todo el mundo sabe desde tiempos de griegos y romanos, el vino es vehículo de civilización.
Los nuevos sabores
Así las cosas, de Humahuaca, por ejemplo, provienen tintos potentes en color, con cuerpo y fluidos de frescura en boca. Extremos en sus aromas cosidos y herbales, conviene probar, por ejemplo, Tukma Malbec 2015, Uraqui 2016 o Viña El Perchel 2015.
Del corazón de Chubut hemos probado algunos vinos de pequeños productores, Chardonnay y Pinot Noir principalmente, que exploran una vertiente más expresiva en aromas y de elevada frescura, como Paso del Sapo Chardonnay 2015, Familia De Bernardi Chardonnay 2015, Familia Adamow Pinot Noir 2015 y Piedra Parada Pinot Noir 2010.
Mientras que oceánicos, hay algunos ejemplares sobresalientes de blancos filosos y de aromas atemperados, como Costa & Pampa Chardonnay 2015 y Wapisa Sauvignon Blanc 2017, el primero bonaerense, el otro rionegrino.
La llegada de Chubut al ruedo consolida la frontera para el vino que ahora avanza en direcciones más frescas. Beberemos estilos más curiosos en el corto plazo.
Chubut en números
Más allá del paralelo 42º, la provincia de Chubut es todavía chica en términos de superficie. En 2016 alcanzaba, según cifras oficiales, 26 hectáreas de las cuales 6 fueron plantadas a contar de 2012. Del total, 9 son de Pinot Noir, 8 de Merlot y 5 de Chardonnay. Ahí no figuran, sin embargo, las plantaciones de Capitán Sarmiento.
En comparación, Buenos Aires alcanza a la fecha 106 hectáreas, mientras que Córdoba ya asciende a 257.