Vinos blancos para el verano, ya era hora de hablar de ellos: justo que comienza la época de las terrazas, con bombitas de luz meneando sombras en balcones y jardines, no hay nada mejor que una copa de Torrontés o Sauvignon blanc. Dos blancos que, de tan típicos, resultan inconfundibles aunque son parecidos en su forma. El Torrontés, floral y bien expresivo; el Sauvignon blanc, herbal o tropical, siempre nervioso. Eso sí: cuando la térmica sube desde el asfalto, el mar o la pileta quedan lejos y las terrazas son el último refugio, lo mejor que te puede pasar es tener a mano alguno de estos vinos. ¿Pero cuál, cómo saber cuál es el que te gustará?
¿Por qué un duelo? Porque a la hora de los vinos blancos para el verano, estos dos, delgados y de rica expresión varietal, cumplen la misma función en la mesa y la boca, eso sí, con sabores diferentes. Fríos –ideal a 7ºC–proponen un modelo de jovialidad para el paladar, que acompaña igual de bien un disco de Miranda que uno de Amy Winehouse, y salvan las distancias con cintura.
Pero para saber cómo viene la mano, cuál de los dos es nuestro favorito, conviene estudiar un poco la cancha.
Sauvignon Blanc. Es una variedad muy cosmopolita, aunque siempre asociada en a climas húmedos y marítimos, como Sencerre, de donde provienen los más famosos. En nuestro país casi todo el Sauvignon es continental (salvo unos pocos oceánicos), es decir, que ofrecen la antípoda del mercado mundial, en al menos tres estilos.
Por un lado, los cítricos y vegetales, que recuerdan a lima, pasto y ruda, de paladar nervioso y delgado, en general asociados a la altura y los climas fríos.
Los tropicales, que ofrecen un inconfundible trazo de maracuyá y mango y paladar más amplio; en general de zonas más cálidas.
Y unos pocos del tipo fumé, es decir, criados con algo de roble, cuyo perfil es cítrico y de boca untuoso y con volumen.
En este link encontrarás todos.
Torrontés, en cambio, es un vino nativo. Cruza original de uvas criollas con Moscatel de Alejandría, es única en su tipo aunque pariente de muchas. En nuestro mercado ofrece tres perfiles bien diferenciados. Son:
Los azaharados del norte argentino, con paladar flaco y fresco.
Los cítricos, frescos y chispeantes de Mendoza, en particular Valle de Uco.
Y los nuevos estilos de Torrontés con madera, donde el vino engorda un poco el paso, pero el paladar sigue siendo austero.
En este otro link, todos los Torrontés.
Finger food & picadas. A la hora de beber son dos vinos blancos para el verano, inmejorables para piletear por ser básicamente frescas. Pero también, y sobre todo, para comidas informales, desde una picadita de quesos con dados de fymbo y recortes de fiambres a cosas más sofisticadas, como burrata con jamón crudo, langostinos con leche de coco y picantes, y el infaltable guacamole. En eso de las comidas informales son perfectos.