¿Quiénes son los enólogos que definirán cómo beberemos en el futuro? Buena pregunta. Como en el vino todo lleva tiempo, lo mejor es adelantarse a tener que esperar años para entender de qué va la cosa. Por eso en Play Boy pusimos el ojo en una línea de enólogos creativos que, habiendo alcanzado cierto éxito, van camino de su consagración, cada uno por motivos diferentes.
Todos son menores de cuarenta años y ya tienen algunos vinos fuera de serie que hablan de su estilo personal y de sus ganas de innovar. Algunos, además, están dando sus primeros pasos como creadores independientes, mientras que otros, apañados por bodegas que les dan rienda suelta, ponen blanco sobre negro sobre el estilo de los vinos.
Para saber qué vinos probar hoy y cómo beberemos en el futuro, es importante ponerle el ojo a estos jóvenes talentos.
Estos son los enólogos sub40
Alejandro Vigil. Acaba de cumplir cuarenta años. Y así como es el mayor de este grupo es también uno de sus grandes talentos. Conocido por su audacia a la hora de definir cortes y negociar, llegó a jefe de enólogos de Catena Zapata plantándose de frente a Nicolás Catena –el dueño- en una cata con británicos en la que se jugaban millones de pesos, en la que el bodeguero creía tener perdido el asunto. Haciendo cortes de un día para otro, los convenció de un estilo nuevo y el negocio cerró mucho mejor de lo esperado. Así comenzó a manejar una de las grandes bodegas argentinas. Responsable de millones de litros en esta empresa, ha demostrado tener una clara voluntad creativa con vinos de su autoría, como El Enemigo Malbec (2010, $200), o bien reinventando Angélica Zapata Chardonnay (2010, $167) con una línea de terruño. A la fecha desarrolla su propio proyecto vitivinícola en República del Chachingo: un rincón de Maipú, en donde tiene su casa y un viñedo personal, del que espera sacar vinos de garaje en el mediano plazo.
Matías Riccitelli. Con apenas 30 años este enólogo ya creó algunos de los vinos más interesantes de su generación. No sólo porque es talentoso para las marcas –República del Malbec es posiblemente uno de los nombres más logrados entre lso recientes- sino porque hace excelentes vinos. Tanto en Fabre Montamayou, la casa en la que elabora a diario, como con su proyecto personal Riccitelli Wines. De sus vinos conviene probar The Apple Doesn’t fall apart from the tree Malbec (2011, $140), cuyo equivalente español sería “de tal palo tal astilla” –es un homenaje a su padre, Jorge Riccitelli, enólogo de Norton- y el propio República del Malbec (2010, $360). Tintos modernos en su hechura, aunque con cierto perfil clásico en el tono: concentrados y de buena acidez.
Mariano Vignoni. Mendocino, comenzó su carrera como enólogo en Grupo Matura, de la mano de Alberto Antonini, el enólogo-consultor italiano más reconocido. En poco tiempo logró definir un estilo que lo acompañó en las dos bodegas de la que es responsable: Del Río Elorza, en Río Negro, y Ave Wines, en Perdriel, Mendoza. A sus 35 años, Vignoni elabora tintos de aromática compleja, cuerpo medio y paso refrescante, a contrapelo de lo que dicta la norma en la alta gama. En definitiva, concibe el vino como una bebida que debe acompañar las comidas. Excelentes ejemplos son Ave Malbec (2009, $70) o Verum Malbec (2011, $85). Como un golpe de suerte, en 2011 fue contratado para elaborar vinos en Armenia, en la bodega que desarrolla el empresario Eurnekian en las afueras de Yerevan, lo que significó un vuelco en su carrera: ahora además está vinculado a la órbita del enólogo francés Michel Rolland, uno de los responsables del proyecto.
Pablo Richardi. En el ámbito del vino Richardi es un apellido conocido. Norberto Richardi –padre de Pablo, enólogo también- se especializó en elaboración de espumantes y su bodega es proveedora de burbujas para muchas otras. Pero Pablo hizo su propio camino y saltó a la palestra en Flecha de los Andes, la bodega que supo formar parte del Clos de los Siete y que hoy anda su propia senda. Muy enfocada en la alta gama, una de las primeras apuestas de Pablo Richardi fue sacar a la venta una nueva línea que alcanzó el éxito inmediato: Punta de Flechas. Con una notable relación calidad precio, Punta de Flechas Malbec (2011, $70) es un hit secundado desde este año por un Punta de Flechas Reserva Malbec (2010, $85). En ambos vinos el estilo es frutado y apunta a la sencillez de paladar, sin resignar la impronta fuerte del Valle de Uco. También elaboró en forma personal un muy buen espumante agotado ya en el mercado.
Sebastián Zuccardi. Podría decirse que es fácil convertirse en un referente cuando hay portación de apellido. Pero en este caso, Sebastián (33) ha hecho sobrados méritos propios: desde crear una marca de espumantes con sus amigos del alma (Alma4) cuando tenía 19 años a hacer dos cosechas por año en la última década, entre hemisferio norte y sur, de Francia a Estados Unidos. Hoy lleva las riendas de los proyectos de alta gama de Familia Zuccardi y es responsable de crear las marcas y los vinos Aluvional Altamira Malbec (2010, $500), Tito (2010, $220) el blend con uvas de La Consulta, y Ema Bonarda (2011, $170), dos vinos que homenajean a sus abuelos. En los tres casos, se trata de tintos de alta expresión y boca amable, con sensación jugosa. El dato es que Sebastián lidera le equipo de enólogos y de investigación de la bodega y defiende personalmente la diferenciación de vinos por terruño de los vinos. En eso, será una figura clave en los próximos años.
Alejandro Cánovas. Si hay en este grupo un enólogo de perfil bajo, ese es Alejandro Cánovas. Con una fuerte vocación al trabajo –elabora desde los 18 años- a sus 35 años acumula una basta experiencia que va desde bodegas gigantes a proyectos personales. Al frente de Cap Vistalba, la bodega del empresario vitivinícola Carlos Pulenta, cuyos ricos vinos Corte B (2010, $135) y Tomero Reserva Petit Verdot (2010, $135) son su responsabilidad, en 2010 lanzó su propia gama de vinos, Accuro, en sociedad con el gerente comercial de la casa. Destaca Accuro Malbec (2010, $64), un tinto de buena expresión frutal y jugoso al paladar, con el paso cadencioso de los buenos Malbec. El dato es que este hobby ya superó las 80 mil botellas por año y ahora van por más. En eso, hay que decir, Cánovas es destaca por su perseverancia y no sería de extrañar que en el mediano plazo pase de enólogo empleado a enólogo propietario. Empuje y capacidad creativa, no le faltan.
Pablo Durigutti. Hermano menor Héctor Durigutti, reconocido enólogo devenido bodeguero, este talentoso creador de vinos tiene impronta propia. Tanto, que Héctor suele afirmar que Pablo es el mejor enólogo que él. A los 35 años, elabora vinos para la bodega familiar, donde es responsable del día a día. Pero también asesora a otros productores, como Sur de los Andes, cuyo Cabernet Sauvignon (2010, $70) es un hit de relación calidad precio, o bien a Helmut Distch con su vino El Justicialista (2010, $25), entre muchos otros. Con foco en un estilo norteamericano de elaboración, sus tintos son directos, en donde la fruta es la dominante y el paladar amplio y llenador el anzuelo para conquistar nuevos consumidores.
Bernardo Bossi. Si te gusta el vino, seguro probaste algunas de las creaciones de este enólogo de 38, que viene de trabajar en Catena, Ernesto Catena Vineyards y que desde 2010 elabora en Casarena, con creaciones como 505 Esencia blend (2012, $50) o el excelente Ramanegra Reserva Cabernet Sauvignon (2011, $115). Con una trayectoria que cubre todos los varietales y estilos, Bossi elabora tintos de paladar elegante y fáciles de beber. Los vinos mencionados son buenos ejemplos. Y ahora, como él mismo dice, “más para alimentar el ego que para hacer un negocio”, se lanzó a construir una línea de vinos propia llamada Mythic en sociedad con Marcelo Waldheim. Nos gustó especialmente Mythic Chardonnay (2012, $135). Un enólogo con buenas ideas y estilo personal, para seguirle los pasos.
El factor común
Entre la generación de enólogos anterior, los que hoy rozan los 50, y esta que no llega a los 40 años, hay un puñado de diferencias notables. La primera es que estos últimos se criaron con una nueva industria del vino. Es decir, pensando en elaborar tintos de estándar internacional y con el mundo por mercado, lejos de los vicios del volumen y el rendimiento que marcaron a otras etapas de la industria. Ese fue su punto de partida. Por lo que el contraste con los anteriores y aún los más viejos, se nota claramente ahí.
La segunda, que para los enólogos Sub40 es común elaborar fuera de argentina, hacer vinos en Francia, Estados Unidos e Italia. Es más común aún pensar en que está todo por hacer y, sobre todo, entienden el vino no como un negocio de lujo, estirado y de pose, sino todo lo contrario: como una pasión en la que, como los cocineros, no está mal visto tener las manos manchadas y en la que, además, es posible hacer una carrera independiente. En eso, cierto rasgo creativo e individualista los une.
Y así como hoy están en bodegas que los apañan y les dan trabajo y rienda suelta, la mayoría ya prendió la mecha de sus proyectos personales. Es como si tuvieran la meta de la realización profesional asociada a la de la independencia. Y así, paso a paso, comienzan a transformarse también en empresarios con una cultura del trabajo distinta a la de otros negocios. Mientras se consagran a ello, nos queda probar sus vinos y esperar sus nuevas ideas.