
Si pensabas que el enoturismo chileno ya había mostrado todas sus cartas, esperá a conocer el flamante Centro del Vino Concha y Toro en Pirque.
No se trata solo de una bodega abierta a visitas: es un complejo de más de 12.000 m² que combina historia, patrimonio, arquitectura, arte, gastronomía y —por supuesto— vino. Una apuesta vanguardista que busca convertir a Chile en parada obligatoria para winelovers globales.
Patrimonio, innovación y mucho vino
El proyecto, liderado por Isabel Guilisasti, vicepresidenta de Vinos Finos e Imagen Corporativa, nace con tres pilares claros: excelencia, sustentabilidad e innovación.
“Así como nuestros vinos han llevado el nombre de Chile al mundo, ahora buscamos que el Centro del Vino sea un símbolo del patrimonio nacional”, asegura.
La propuesta incluye desde reconstrucciones históricas, como la Bodega de 1883, hasta experiencias inmersivas de última generación alrededor del mítico Casillero del Diablo.
Las actividades forman parte de un recorrido que se despliega en seis zonas diferentes, con espacios que van desde museografía sensorial hasta degustaciones dirigidas por sommeliers en terrazas con vista a viñedos.
La Gran Barra: 25 metros de puro hedonismo
Entre las novedades más llamativas está la Gran Barra Bodega 1883, una estructura monumental de 25 metros de largo construida sobre las bases de más de 5.000 botellas.
Ahí los visitantes pueden disfrutar más de 50 etiquetas por copa o botella, desde el clásico Casillero del Diablo hasta el icónico Don Melchor (elegido vino número 1 del mundo por Wine Spectator).
Los precios arrancan en $1.200 CLP (unos 1829 pesos argentinos) por copa y la carta gastronómica sigue una lógica farm to table, con tapas y tablas diseñadas para realzar cada maridaje. Es una experiencia que convierte al vino en protagonista absoluto, pero en diálogo constante con la cocina chilena de autor.

Arte y arquitectura en clave vinícola
El Centro del Vino Concha y Toro no se limita a descorchar botellas. También funciona como un museo contemporáneo donde conviven esculturas de bronce, murales de piedra tallada, ilustraciones digitales y un sello monumental de 2,5 metros en homenaje al fundador.
Todo está pensado para que el visitante no solo beba vino, sino que viva una narrativa cultural y sensorial.
El diseño contó con figuras de peso como el arquitecto Martín Hurtado, el paisajista Juan Grimm y el diseñador de interiores Enrique Concha. Es decir, una verdadera constelación de talento chileno reunida bajo un mismo proyecto.
Turismo con conciencia
El Centro del Vino es también el primero en el mundo en recibir el sello de turismo sustentable de Preferred by Nature, lo que reconoce su compromiso con la biodiversidad y patrimonio. A esto se suma el Sitio Seguro para la Conservación de flora nativa, desarrollado junto al Royal Botanic Garden Edinburgh.
En otras palabras: no es solo un atractivo turístico, es también un espacio que piensa en el futuro del vino y del planeta.

Una visita para todos los sentidos
El recorrido completo dura unas dos horas y está disponible en español, inglés y portugués, con reservas online. Desde 2026, se sumarán nuevas áreas como el Centro de Visitantes y la Bodega Don Melchor, que promete experiencias ultra exclusivas en torno al Cabernet Sauvignon más famoso de Chile.
Mientras tanto, ya podés perderte en el parque centenario de 22 hectáreas, recorrer la Casa Don Melchor, descubrir la historia del Casillero del Diablo y armar tu propio flight de vinos en la Gran Barra. Todo, a solo 20 kilómetros de Santiago.
Con este Centro del Vino, Concha y Toro no solo marca un hito para Chile: sube la vara del enoturismo mundial. Un lugar donde tradición y modernidad se encuentran en la copa, invitando a cada visitante a brindar por la historia, el futuro y la infinita capacidad del vino para sorprendernos.
