Descripción
Tras el éxito de su Semillón, Roberto de la Mota se empeñó en recuperar una de las cepas insignia de la viticultura mendocina de mediados del siglo XX, la Chenin Blanc. No se conformó solo con conseguir las uvas sino que se tomó el teimpo para dar con un viñedo que le permita elaborar un vino que respete la identidad que este varietal había desarrollado en Argentina. La de 2016 es la primera añada en llegar al mercado de este vino de color amarillo brillante y aromática frutal de tonos florales y de miel. En boca es franco, fluye graso y fresco. Final largo de perfil frutal. Un vino para nostálgicos que marca tendencia entre expertos.
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