Descripción
La cosecha 2020 además de caótica, producto de la pandemia, fue cálida y seca en Mendoza y esto fue una prueba de fuego para los winemakers que persiguen elegancia e intensidad. Gracias al viñedo de 1950 que Achaval Ferrer posee en Altamira, Valle de Uco, Gustavo Rearte logró embotellar un vino fiel al estilo de la casa que desafió a la añada. Violáceo profundo con reflejos morados, es expresivo con buen equilibrio de fruta roja fresca y madura con matices herbales y balsámicos enmarcados por un roble protagónico pero elegante. Caudaloso y con buen cuerpo, en boca los taninos son finos y firmes y encuentran un contrapunto de equilibrio en una rica jugosidad y frescura. Ideal para guardar unos años.
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