Naná Ghergorovich

Endulzate el día con Naná Ghergorovich, la argentina que más sabe de golosinas

Desde hace más de una década, el blog Estilo Naná es cita obligada para los ávidos de dulce. ¿Quién es su creadora? ¿Cómo llegó a convertirse en la primera y única crítica de golosinas de Latinoamérica? Conocé a Su Majestad, la que impera en los dominios de la punta de la lengua.

Entrevistas vinomanas

Buenos Aires, año 2007. El dólar apenas supera los 3$ y Lionel Messi anota su primer triplete en Barcelona, frente al Real Madrid. Los términos “pandemia” y “cuarentena” son lejanos y se relacionan con alguna noticia sobre el África Subsahariana, o quizás con algún videojuego distópico.

Naná Ghergorovich y un grupo de jóvenes están reunidos junto al kiosco del patio que interconecta las aulas de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA, más conocida como “Puan”, comentando la reciente clase de Teoría y Análisis Literario. Natalia escanea el exhibidor y piensa qué golosina va a elegir, cuando una idea que venía rondando en su cabeza toma fuerza y pugna cual Mielcita por salir al exterior. Se da vuelta, mira a sus compañeros, y lanza la propuesta.

Naná Ghergorovich: El comienzo del juego

“Las primeras catas fueron en grupo y la verdad, un delirio. Mis amigos probaban las golosinas, yo anotaba lo que me decían y así empecé a volcar la información en el blog”, recuerda Naná, mientras revuelve su cortado en un bar de Villa Pueyrredón. 

El sentido colectivo de las degustaciones y el armado del catálogo es un aspecto que se va a repetir a lo largo de la charla. Si bien Ghergorovich se reconoce como principal referente e impulsora del espacio, a tal punto que se llama Estilo Naná, también destaca que, sin el aporte de los colaboradores, el sitio no podría existir.

“La idea siempre fue hacer una especie de juego y divertirnos, más allá de que las notas de cata tienen un estilo de análisis académico. Desde el principio lo tomamos como algo ´poco serio´, e inventamos una disciplina no reconocida por ninguna institución: crítica de golosinas”, asegura.

Naná Ghergorovich

El monstruo fue creciendo

Si bien el aspecto lúdico sigue siendo la principal característica del blog, Naná Ghergorovich menciona ciertas etapas en las que fue ampliando el catálogo y profesionalizando la construcción de las reseñas. 

“Del 2007 al 2014 fue un lapso de experimentación junto con mis amigos. Íbamos probando golosinas que aparecían en kioscos o me recomendaban. A partir del 2014 empecé a estructurar bien toda la información y también fui llamando a personas que quería que formaran parte del proyecto”, recuerda.

Naná explica que los videos con entrevistados empezaron a poblar sus contenidos a partir de 2015. El frontman Santiago Motorizado, la actriz Inés Efrón, el actor Martín Piroyansky, e incluso Stuart Murdoch, cantante de la banda escocesa Belle and Sebastian, son algunos de los tantos artistas que aparecen hablando de su relación con las golosinas.

“También empezamos a organizar fiestas donde repartíamos golosinas gratis, que fue lo que acercó a los primeros auspiciantes. Por esa época me hicieron las primeras notas, e incluso me llamaron para un evento infantil en Tecnópolis”, afirma.

Como corolario de la evolución, en marzo de este año creó el Club del Kiosco junto al cocinero Nicolás Guerrero. El emprendimiento permite que, mediante una suscripción, los fanáticos puedan adquirir un pack mensual con productos específicamente seleccionados por los fundadores. Las golosinas vienen acompañadas por material audiovisual, folletos, obras de arte y una tabla de cata con data pormenorizada.

Naná Ghergorovich

Desde el supermercado al mundo

La luz comienza a atenuarse. En algunas mesas ya destellan pintas que matizan la primaveral tarde de sábado. Naná observa su taza a medio terminar mientras recuerda su infancia.

“La primera vez que guardé un envase de golosina a conciencia fue a mis 11 años. Lo recuerdo perfectamente porque era una época en la que mi papá estaba muy enfermo y habíamos ido en colectivo al Carrefour, donde me compré una caja de bombones Nestlé que cuidé como un tesoro”, hace memoria, mientras se toma su tiempo para comer una galletita, por supuesto, de chocolate.

Naná Ghergorovich aclara que siempre fue de coleccionar papelitos de golosinas, aunque, con el paso del tiempo, los envoltorios fueron transformándose en muestras exclusivas de productos e incluso en materia prima para confeccionar prendas y accesorios.

“Visité Japón, también Estados Unidos, Europa, Chile y Brasil. Más allá de ir como turista, siempre me hice un tiempo para probar golosinas nuevas y aportar información al blog”, sostiene. También destaca, con una mezcla de sorpresa y orgullo, que recibe permanentemente muestras de golosinas de parte de gente que viaja por el mundo. “Y no solamente de amigos, sino también de gente que ni conozco”, agrega risueña.

Naná Ghergorovich

Sobre gustos…

Luego de recorrer mentalmente sus viajes, Naná rankea las golosinas que probó de acuerdo con sus impresiones positivas y negativas.

“En Francia hay unas galletitas cubiertas con chocolate llamadas Lu, que son mi golosina favorita en el mundo. Después me encantan los cubanitos japoneses Toppo, rellenos con crema de vainilla, los brigadeiros de Brasil, que son como unas trufas de leche condensada, y los pingüinitos Marinela, que están en México pero acá no se consiguen más. En cuanto a Argentina, no hay nada como un Palito de la selva”, enumera.

Si bien se resiste a utilizar el termino “feo” para referirse a un dulce, no duda a la hora de nombrar las golosinas menos agraciadas que tuvo el (dis)gusto de conocer.

“Me decepcionó el wagashi, una golosina típica de Japón elaborada a base de harina de poroto o arroz que se presenta en mil formas hermosas pero que no tiene gusto a nada. En México comí golosinas con chile, o sea, muy picantes, y también probé cosas realmente asquerosas como algunas de las grageas Bertie Botts. Tampoco me gustan las Licoritas ni las Cericet de acá, y el caramelo Media Hora no me agradaba mucho, aunque me terminé amigando”.

La bloguera enfatiza que las golosinas nacionales se caracterizan por la perdurabilidad de las marcas y la intensidad del dulzor respecto a otros países, además de la presencia exclusiva del dulce de leche. En paralelo, Naná Ghergorovich percibe que cada vez hay más kioscos y maxikioscos dedicados exclusivamente a la venta de estos productos.

Naná Ghergorovich

Evolución vs. conservadurismo  

“El mercado indefectiblemente está cambiando y se están utilizando más elementos naturales. De todas formas, confío más en la gente que en las marcas. La gente sabe que en exceso son nocivas. Yo no salgo con un cartel de Vivan las golosinas porque sé que hacen mal, aunque a veces es difícil controlar el consumo”, aclara.

La crítica subraya que su idea siempre fue generar lazos y, a través de la experiencia de la gente con los dulces, abordar momentos emotivos que hayan sucedido en algún contexto específico. “Además hay muchas cuestiones arcaicas… Yo no puedo creer que en pleno siglo XXI haya golosinas como Kinder o Jack que vengan en versiones para hombre y mujer. ¿Desde cuándo se puede definir una golosina por género?”, se pregunta, indignada.

Una brisa fresca inaugura oficialmente la noche. La reina se transforma momentáneamente en consejera y comparte un último mensaje de advertencia para fans de todas las edades: “Después de comer dulces, lavarse los dientes; ir regularmente al dentista para control y atacar las golosinas con moderación”. Naná Ghergorovich saluda a sus súbditos y se aleja con paso seguro hacia algún destino con azúcar.

Autor

  • Micael Ricco

    Es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UBA, fue redactor de ANCCOM (Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación) y colabora con la revista Tercer Sector. Asegura que un día no puede ser malo si termina con una comida a las brasas. Sigue a la cerveza artesanal desde Cemento, y lo enamora un buen Syrah.

    Ver todas las entradas