Los helados de sabores frutales, los dulces y los chocolatosos ya son arduamente conocidos. Son exquisitamente clásicos cada vez que el empleado, cucurucho en mano, lo enfrenta a uno con la pregunta fatal: “¿Qué gustos querés?”. Pero tienen nuevos y audaces vecinos en las pizarras, porque quesos, hierbas, golosinas, tragos y hasta pimientos son, increíblemente, materia prima del postre favorito de los argentinos.

Te invitamos a recorrer las heladerías con sabores más originales del país. Actualizá el GPS porque vamos a pasear desde los salares salteños, pasando por Palermo Hollywood, hasta los bosques patagónicos.

10 helados raros en Argentina

Pachi apareció en Berazategui, sur del conurbano bonaerense, a finales de los años 70. Aunque ya se había ganado el corazón de los vecinos, su dueño quiso ir por más y avanzó por un camino sembrado de audacias.

10 helados raros en Argentina
Helado sabor Pico Dulce, una de las creaciones de Pachi.

Hace algunos años Pachi intentó crear el helado de Flynn Paff, el caramelo que ha hecho babear a varias generaciones. Sin embargo, el sabor que logró fue el de Palito de la Selva

“Antes de exhibirlo habré tirado como 10 baldes que no quedaron como quería”, confiesa Pachi. 

Por suerte no se rindió a medio camino porque hoy en día es uno de los sabores más pedidos por sus clientes más jóvenes: “Nos hicimos re virales con ese sabor, que quedó espectacular”.

Este experimento fue un camino de ida y desde entonces lanzó muchísimos sabores más a base de golosinas: chicles Bubbaloo de uva, caramelos ácidos Fizz, el clásico Pico Dulce, Bon o Bon, chocolate Shot, Rhodesia, Rocklets y Dos Corazones. 

Y sí, eventualmente también encontró la fórmula para el esperado Flynn Paff.

Para Pachi es importante que el producto refleje la esencia del original (pero en versión gélida) y por eso él mismo lo fabrica en alianza con las marcas que corresponden en cada caso. 

No todo es golosinas, también tiene otras innovaciones. Por ejemplo, el helado de Arroz con leche. “Es el único sabor que me quedó bien al primer intento, porque hice la receta como la preparaba mi abuela: con canela, crema de leche y leche condensada, todo casero”, comenta.

Puede que no sepa coser y bordar, pero Pachi sabe cocinar: tiene estudiadas las cantidades de soluto, materia grasa, azúcar, todo aquello que le da un poder anticongelante a sus helados artesanales para que no se pongan duros como un hielo ni se derritan. Me quiero casar.

Rosario siempre estuvo cerca

Otra heladería que quiso innovar con los postres tradicionales argentinos es Bocha, de Rosario. Uno de sus helados más curiosos es el de Pasta Frola, que preparan en colaboración con una panadería local, Manhattan. El resultado es lo que ellos llaman una “crema especial”, con pedacitos de esta tarta dulce.

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Los helados de Bocha juegan con el paladar tradicional del país.

“Los sabores que hemos creado provienen de muchas fuentes. Por ejemplo, de postres que nos gustan”, dice uno de sus fundadores, Ariel Hamoui. Junto a su socio y amigo, Julián Trotte, crearon esta empresa que les permite jugar con los ingredientes, recrear inspiraciones que surgieron en algún viaje por Europa y también improvisar en la cocina con los productos que tienen a mano.

Otro postre argentino que tomaron como punto de partida es el clásico queso y dulce, que han convertido en dos opciones heladas: ricota con membrillo o con batata, para que no haya pelea. También hay sabores torta de casamiento y alfajorcito de Maizena. Directo al corazón de los argentinos.

En Bocha aparecen helados nuevos permanentemente y uno que llegó hace unos meses para quedarse es el PororóPochoclo. Así, todo junto. Para evitar confusiones y sortear barreras idiomáticas unieron dos formas de referirse al candy típico del cine, el Pop Corn, en una sola palabra.

“Está hecho a base de pocholo natural casero que hacemos nosotros con caramelo”, explica Ariel y los testimonios de sus clientes en redes sociales indican que fue un éxito absoluto.

“El helado tiene una libertad distinta a otros productos, permite atravesar fronteras de combinaciones que en otras cuestiones gastronómicas no se pueden mezclar tanto”, agrega y ejemplifica con una unión peculiar pero tentadora: “Ricota y membrillo se lleva bien con el de chocolate con aceite de oliva y sal”. Habrá que probar.

En la ciudad de la furia

Caminando por Palermo nos encontramos con una heladería que no tiene página web oficial pero tampoco la necesita. Con 35.000 seguidores en su cuenta de Instagram y un local decorado como la tabla periódica pero mucho más linda que la que estudiabas en el secundario, Alchemy invita a probar y entregarse a las combinaciones más extravagantes.

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En alchemy uno puede encontrarse con todo tipo de sorpresas.

Su creadora, Yamila Guzmán, se inspiró en los antiguos alquimistas y se preguntó: “¿Por qué no existe un helado de queso azul?”. Y así, sin más, decidió crearlo.

“Es una persona muy visionaria”, afirma Juan Barreiro, jefe de pasteleros de Alchemy, sobre la fundadora. Y agrega: “Fue una genialidad a nivel gastronómico. Es un descubrimiento muy increíble”.

Si bien todo empezó con los quesos, hoy en día el local tiene sabores y combinaciones aún más llamativas. Por ejemplo, el Turmeric Latte es un helado de cúrcuma, jengibre, canela, pimienta y leche de almendras. El primer helado exótico vegano del país.

Otra ocurrencia es el de Palta y Wasabi. Este último componente es una pasta verde, típica de la comida japonesa y muy picante. Pero, contra todo pronóstico, este helado no quema la garganta. 

“El tenor graso de la palta hace que el wasabi no sea tan picante, y entonces es un helado soñado. Se vende solo”, dice el jefe de pasteleros.

En Alchemy no solo se mezclan los gustos más extraños sino absolutamente todo. Además de heladería tienen pizzas, cafetería y bar, y te invitan a combinar el helado con tragos, waffles, tortas y hasta tostadas francesas. 

Un poco de amor francés

Flamingo es un clásico de la zona de Olivos que hace algunos años quedó a cargo de la segunda generación de dueños, quienes decidieron experimentar con nuevas ideas.

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El Macaron, uno de los más queridos en Flamingo.

Uno de los primeros gustos “raros” que lanzaron fue Pimienta de Jamaica. Bien lejos está del condimento que le agregás a tus comidas cuando querés hacerte el chef profesional. Este helado es dulce y ha conquistado el corazón de muchos bonaerenses. 

Otro sabor peculiar, amado por muchos, es el Macaron: crema de almendras, ganache de chocolate blanco y frambuesa, con pedacitos de macarons (los mini alfajores franceses). Ohlalá.

Por un tema de costos, este sabor aparece nada más que en temporada alta, cuando la temperatura empieza a pasar los 30°. Pero sin dudas en esos meses de verano es un éxito absoluto.

Alejandro Marinetto, uno de sus dueños, recomienda: “La pimienta de Jamaica es muy rica combinada con un chocolate amargo. El macaron, con helado de frambuesas o frutos del bosque al agua”.

Para tomar buen helado hay que venir al sur

Actualmente Jauja tiene trece locales distribuidos en la Patagonia. Su casa central, donde comenzó todo, está en El Bolsón. Allí Lucía Adler y José Mazzini fundaron un local gastronómico inspirado en las oportunidades que la región les daba con sus materias primas.

10 helados raros en Argentina
Hoy en dia, Jauja es ya clásico indiscutido de la gastronomía patagónica.

Hoy en día la heladería está a cargo de sus hijos y aseguran que son pioneros en hacer “sabores raros”, desde hace más de 25 años. “Lo hacíamos cuando todavía no estaba de moda”, dice el heredero, Melchor Mazzini.

Los primeros sabores extraños fueron producto de frutos de la zona: maqui, sauco, arándanos, frambuesas, moras, boysenberry. Pero su estrellita actual es el de Calafate con leche de oveja.

El calafate es un fruto silvestre que no se cultiva comercialmente, y por eso su existencia varía mucho cada temporada. 

Sin embargo, la incertidumbre y el esfuerzo de su búsqueda valen la pena: “Es un sabor dulce, agradable, cremoso, tiene muchos antioxidantes”, dice Melchor. Y comenta que con la leche de oveja se genera un color violeta muy llamativo, sin colorantes.

“Se puede combinar con dos extremos muy distintos. En verano, con un cítrico como pomelo rosado, limón o limonada de frambuesas, que también hacemos. En invierno, con chocolate profundo, que es una mousse de chocolate amargo, o con un dulce de leche”, recomienda.

Además de los frutos de la zona, se animan a experimentar con alimentos de otros continentes. El helado Crema del des-oriente está hecho con tahini (una pasta de sésamo típica de Medio Oriente), huevo, un poco de azúcar y semillas de sésamo caramelizadas.

“La idea es que tenga distintas texturas y capas de sabor: la cremosidad del huevo, la sensación similar a la vainilla por el dulce, el crocante del sésamo caramelizado. Es un sabor muy particular”, dice Melchor.

Y agrega que el nombre se debe a que es un sabor no habitual que “te deja desconcertado”.

Y en el norte, también

En el noreste del país, más precisamente en Misiones, se encuentra La Aripuca, un refugio eco-turístico que cuenta con un espacio llamado Cucurucho. Ahí podés probar helados de yerba mate y de flor de Jamaica o rosella.

Tierra Norte es una heladería del otro extremo norte del país, de Salta. Fue fundada en 1986. En ese entonces los locales de la zona eran muy tradicionales con sus sabores y esta marca abrió una nueva puerta al paladar norteño. Algunos de sus sabores más peculiares responden a la gastronomía típica de la región: Cayote con Nuez, Té de Coca, Cuaresmillo, Vino Cabernet y Torrontés y Miel de Caña.

Desde el Mayo Francés para acá, la imaginación al poder. Y al cucurucho.