Si hay que pensar en una uva que despeina el paladar de los consumidores, que genera excitación entre los productores y que además da nervio a algunos de los vinos más enigmáticos de la escena local, no hace falta ni anunciarlo: todos sabemos que hablamos del vino Cabernet Franc. Lo raro es que no era así hace una década.

Una década puede ser mucho en la vida de las personas, pero no en la vida de los vinos. Antes de 2010, podías contar los vinos Cabernet Franc con los dedos de las manos. 

Hoy, sólo para este reporte, catamos 75. Ese dato nomás alcanzaría para describir la movida. Y somos conscientes de que no son todos. 

Si algo pasó en el medio para que el Franc entre en esta suerte de ebullición local, es precisamente el conjunto de razones que se enumeraron más arriba. O, para decirlo de otra manera, se trata de un tinto que en nuestro clima renovó todo lo que conocíamos en sabor.

De Cabernet Franc en nuestro país hay 1352 hectáreas a la fecha. En 2002 había apenas 250. De ellas, unas 286 están en Luján de Cuyo, principalmente en Agrelo, mientras que 583 están plantadas en el Valle de Uco. 

Eso explica que en materia de vinos Cabernet Franc existan dos grandes grupos, cuya divisoria es, precisamente, esta distancia política expresada como terroir. Mientras que los primeros están marcados por el componente herbal y paladar amplio, los segundos ofrecen fruta y hierbas, con paladares más jugosos.

¿Cuáles son los mejores Cabernet Franc argentinos?

Cualquiera sea el caso, el componente herbal es la clave. Y es también la pizca que llegó para renovar el paladar local. Con aromas de pimiento, jalapeño o ceniza, la marca del Franc es ese componente que, al encontrar eco en los consumidores, permitió repensar todo el arco de elaboración de otros vinos.

Hasta la irrupción de este varietal, cualquier rasgo verde en un tinto se consideraba un defecto.

Los mejores Cabernet Franc argentinos

Puestos a probar los mejores Cabernet Franc de Argentina, estos son los que más nos gustaron.

Cabernet Franc en argentina

Como muchas variedades, en la Argentina el Cabernet Franc está plantada desde mediados del siglo XIX. Particularmente lo podés encotrar en viñedos viejos de Maipú y Luján de Cuyo, entreverada con otras tintas. De esos materiales genéticos antiguos se han hecho pequeñas selecciones masales. Sin embargo, desde la década de 1990 llegaron al país –según los viticultores– dos clones conocidos como #214 y #327, de los cuales el primero fue ampliamente plantado. De todos modos hay que considerar que el total del Cabernet Franc de Argentina es de 1146 hectáreas, frente a 43.000 de Malbec. Es cierto que es una tendencia que crece pero aún está muy distante a lo plantando por otras variedades muy difundidas a nivel local.